lunes, 25 de enero de 2010

La moral desde la mirada de Pasolini

Ángel Ramírez

La moral desde la mirada de Pasolini

Enero, 2010
La mirada: ese sentido particular, de reacción inmediata, que nos permite entender el mundo, mediante el enfoque, la profundidad y los matices de las imágenes. La mirada no siempre nos muestra la realidad pero, en ocasiones, preferimos la ficción y el engaño. Está vinculada directamente con la imagen y el artista se sirve de esta última para moldear su obra. En el escritor la imagen se proyecta en las palabras, es decir, es un constructor que nos ayuda a entender las imágenes mediante el enfoque particular de su mirada. En Pasolini, la imagen será un medio para producir una reacción inmediata en la pupila de aquel que observa con atención, y se detiene a observar los detalles. Pero aquel que se detiene en los detalles debe enfocar varias veces para entender la complejidad, los matices y la profundidad de la imagen, que a su vez, es un todo.
Dice María Fernanda Palacios en Sabor y saber de la lengua que “no es la historia de una persona sino la de una vocación, y la vocación no se cuenta como una biografía sino que se cose como un mapa”. El mapa, en el caso de Pasolini, del doblemente marginado, del que se pasea por la lengua y saborea las realidades de las imágenes presentes en diversos mundos, las imágenes de aquel que vive en el margen, del que señala sin temor al que juzga. Intentamos cocer el mapa con los restos de aquel que se vale de las palabras y de los veinticuatro cuadros por segundo, para enfocar las imágenes que, ahora, se hallan dentro de una memoria esparcida. La memoria que yace en sus obras y que nos invitan a inaugurar el pasado, tantas veces sea reconstruido ese mapa.
Ahora ese mapa será cocido desde cuatro principios que, en Pasolini, se vinculan unos con otros como si se tratasen de los cuatro sentidos restantes regidos por la vista. La vista como el sentido dominante en Pasolini. Principios que nos muestran una mirada que se mueve en el margen de diversos mundos y que logra captar las realidades, para luego transmitirlas en un acto moralizante sugerente y discreto. La moral sugerente de aquel que conoce la potencia de la imagen y su impacto. La moral vista desde cuatro principios que nos muestra Lichtenberg en Aforismos.
“Sólo disponemos de cuatro principios de la moral:
1. El filosófico: Haz el bien por el bien mismo, por respeto a la ley.
2. El religioso: hazlo porque es la voluntad de Dios, por amor a Dios.
3. El humano: hazlo porque tu bienestar lo requiere, por amor propio.
4. El político: hazlo porque lo requiere la prosperidad de la sociedad de la que formas parte, por amor a la sociedad y por consideración a ti”
Estos cuatro principios integrarán el hilo con el que se cocerá la obra de Pasolini, en un intento por generar nuevas ondas que causen un eco prolongado, que muestre un pequeña porción de la realidad ficcional que Pasolini convirtió en una vocación, que ahora, fragmento por fragmento, degustamos con la vista, buscando una realidad mayor.
1) El aroma filosófico.
Para hallar la filosofía de Pasolini debemos recolectar los temas propios de su obra y agruparlos, para luego reconstruir una posible verdad. Su filosofía siempre es sugerida y nunca sentenciada. Muestra imágenes esculpidas desde modelos de realidad pura y humana. Es decir, en su compromiso con la sociedad, con la cultura y con el arte, prefiere causar un impacto en los sentidos, con el fin de hacer mover al receptor. Mover la pasividad y los cimientos de una sociedad ciega a la que hay que devolverle la mirada. Irrumpe en la consciencia a través de las imágenes enfocadas con un matiz y una profundidad particular.
Pasolini insinúa una filosofía como una suerte de aroma mordaz, que llama nuestra curiosidad y se aloja discretamente en nuestra mente, logrando que, ese aroma, impregne nuestra vida a cada momento.
El bien en la moral filosófica de Pasolini está en el mostrar, en el arte de traer un delgado hilo de muerte al presente, para que aquellos que observan permanezcan alerta ante el mordaz aroma que se cuela por la mirada. El bien por el bien mismo de la sociedad y la cultura, que parecen desvanecerse poco a poco para Pasolini.
Su ley será la realidad matizada y profundizada. Muestra incluso lo que no quiere ser mostrado o no queremos mostrar. Señala a aquel quien cree tener poder para juzgar, pero, para mantener esa ley él mismo se expondrá a ser señalado. Será el blanco perfecto para descargar todo lo instintivo reprimido por la moral (religiosa, política, filosófica y humana) de la sociedad. Será la víctima sacrificial. El que muestra la realidad desde un enfoque más mordaz, más perturbador, parece no ser aceptado, es marginado y señalado. Al igual que sucede con el bufón, con el pícaro, con el loco, no nos suele afectar el futuro, que se forja con la vocación, de aquel que no teme decir lo que piensa. Aquel capaz de dominar la palabra y la imagen, de tal forma, que conecta nuestros cinco sentidos con el hilo, sugerente y mordaz, de una filosofía.
2) El tacto religioso
“Fascismo y debilidades humanas forman parte, indistintamente, de una realidad, fundada sobre poderes instituidos, que parece ser la única que reconoce la Iglesia” comenta el artista en un ensayo titulado La iglesia, los penes y la vagina. Pasolini señala sin temor, juzga a aquellos que creen tener poder para juzgar. Su obra es una contestación viviente y aún vigente, de aquél quien mantiene un tacto despierto, para luego enfocar sin piedad la realidad apoyándose en la imagen.
La fe y la esperanza como una farsa para cumplir las reglas de la iglesia; la caridad como un sentimiento cruel capaz de “descubrir a los hombres en su más escuálida y atroz desnudez de criaturas” comenta, en el ensayo mencionado anteriormente, y la voluntad de expresar una verdad que, en la sociedad de su tiempo, en “la religión de mí tiempo”, en palabras de Pasolini, muy pocos están dispuestos a escuchar.
La reacción de Pasolini es un llamado de atención a la inteligencia. Hacia aquellos ciegos, que para poder entender la imagen, para poder absorberla, deben examinarla cuidadosamente mediante el tacto, pues muchas veces puede ser peligrosa.
El bufón que se vale de lo cómico para expresar verdades, aquel que se burla de la ley, de la institución, de la regla. “entre bromas y guasas grandes verdades se dicen” comenta uno de sus personajes en Los cuentos de Canterbury. Se extiende mostrando los defectos que parecen tan claros para él y tan opacos para el resto de la sociedad.
La iglesia católica como elemento castrante de los instintos humanos; instintos que, reprimidos, nos convierten en criaturas, sometidos a la ley, incapaces de crear. Seres que al ser reprimidos se convierten en criaturas intentando ser escuchadas.
El verdadero crucificado, para Pasolini, es el marginado, el desplazado, el pobre, el hambriento al que se le avecina el presente y que, inesperadamente, en su mente, aún queda espacio para la caridad. Como sucede por ejemplo en Ricota, con el personaje principal.
La moral de Pasolini no está vinculada a lo religioso católico, como observamos en Teorema, sino que está conectada con una suerte de religión interior, la cual se relaciona con su filosofía, con sus sentidos y con su vocación. Una religión, que muchas veces fue catalogada de misticismo, donde los instintos no son castrados sino examinados y percibidos, sin prejuicios.
3) El oído humanizado
Pasolini se dedica a mostrar las fracturas de una sociedad engañada, que disfruta al ver por un pequeño hoyo, por una pequeña hendidura, al que es diferente, como sucede en “Los cuentos de Canterbury”. Una sociedad que se niega a escuchar las voces que, constantemente, hacen vibrar la campana de la realidad, intentando causar un eco prolongado. Esa campana que, para él, es una herramienta adherida a la palabra del arte, a su vocación. La campana de un homosexual abnegado por hacer escuchar los ecos de un mundo de marginados.
Pasolini posee un oído que es capaz de escuchar las voces que susurran desde los diferentes mundos por donde se pasea, como uno que vive al margen de todos, el doblemente marginado. El marginado por ser, homosexual, es decir, “diferente”, pero también el marginado desde adentro de un grupo que apoya y cree, desde la regla y la castración mental, en la igualdad humana: el comunismo. Un oído capaz de conectarse con sus otro cuatro sentidos para reproducir artísticamente y sin temor, las ondas profundas de ambos mundos. Dice el artista en un poema titulado Análisis tardío “doy vueltas de un lado a otro por la tierra como una bestia enjaulada; / que de tantas cuerdas que tengo he terminado por tirar de una sola”.
Quizás el bienestar que requiere el artista, su amor propio, yace en su libertad para moldear diversas obras, mientras permanece atado, irónicamente, al compromiso con las voces de sus mundos.
4) La voz política
Él mismo es una voz dedicada a la prosperidad de la sociedad, una voz idealista que necesita ser absorbida inteligentemente y con consciencia libre, no “conciencias siervas de la norma y del capital”, como llama en un poema titulado A algunos radicales. Pasolini es un fiel dedicado a combatir esa enfermedad que es la burguesía, consciente que dentro de ese mismo grupo al que le es fiel, cientos de burgueses se desplazan acompañados con sus máscaras puestas. Pero también él es un artista de varias máscaras y su destino se mueve en dos extremos, en la dualidad del doblemente marginado. Pasolini es uno que cree en la democracia como un pacto formal, es decir, en su concepto puro y original, no en su forma y contenido desfigurado.
Él mismo es la voz del proletariado, del campesino, en quien observa esa pureza que ha perdido la sociedad apática a la cual pertenece. La pureza ligada a Casarsa y a su pasado, pureza vinculada a la madre. Incluso una pureza vinculada con la religión como una forma de integración con la realidad. Pasolini quiere lograr esa integración de principios conectados con sus cuatro sentidos y enfocados, principalmente, con la mirada, para poder luego, matizarlos, profundizarlos y causar una conmoción en el receptor.
Él es la voz que juzga sin piedad, capaz de captar las potencias de un mundo que parece tan difícil de interpretar para muchos. Pasolini es la voz que aplasta sin temor a ser condenado, sin creerse jamás una víctima pero consciente de su riesgo.
Aquel que dice verdades es necesario callarlo, pues, sus verdades, pueden generar una reacción inmediata, en ese grupo de seres apáticos dispuestos a ser engañados.
“A menudo un poeta se acusa y se calumnia, / exagera, por amor, su propio desamor, / exagera, para castigarse, su propia ingenuidad, / es puritano y tierno, duro y alejandrino.” Dice en su poema A los críticos católicos. Pasolini es un poeta movido por los sentimientos, dispuesto a exagerar con tal de causar un impacto en el iris de quien observa su arte. Pasolini es un artista de una moral sugerente pero, a su vez, mordaz como el aroma; despierta como el tacto ante el instinto; abnegada a escuchar los ecos de la palabra y de una voz sin piedad dispuesta a juzgar. La moral cocida con el delgado hilo de la mirada, invisible para aquellos que no se detienen en el detalle, que no observan cada imagen como el resultado de un todo, de un mapa enfocado en mostrar su realidad.

3 comentarios:

  1. Me gustó como Ángel leyó su ponencia, eso de la mirada de Pasolini...como si la mirada misma fuera una cámara que va registrando todo el tiempo, como si Pasolini, oyendo y viendo, así como sugiere Ángel, va anotando, recogiendo y armando los fragmentos, las secuencias de lo que luego serán sus películas, sus libros, tenía Pasolini sin duda, y esto nos lo hace ver aquí nuestro compañero, el oído puesto sobre el tiempo que le tocó vivir, me gustó mucho eso de los principios de Lichtenberg, para usarlos con Pasolini. Saludos.
    Alejandro Sebastiani Verlezza

    ResponderEliminar
  2. Ah, y quería destacar el párrafo inicial que habla de la mirada para luego irlo llevando hacia Pasolini: "La mirada: ese sentido particular, de reacción inmediata, que nos permite entender el mundo, mediante el enfoque, la profundidad y los matices de las imágenes. La mirada no siempre nos muestra la realidad pero, en ocasiones, preferimos la ficción y el engaño."

    ResponderEliminar