miércoles, 27 de enero de 2010

El poder visto desde el antipoder: cuatro instancias tratadas por Pasolini











Jesús R. Rodríguez


Yo no tengo a mis espaldas ninguna autoridad, sino aquella
que proviene paradojalmente de no tenerla
y de no haberla querido.
Pier Paolo Pasolini. Escritos corsarios.

Escribe que algo queda.
Kotepa Delgado.


Todo acto de poder es un acto dialéctico entre lo fuerte y lo débil. Así, el poderoso y el débil se autoexcluyen y complementan a la vez. Todo acto de poder es arbitrario porque significa el sometimiento de una voluntad a otra. Piénsese en la comunidad de los amantes. Toda figura de poder es, en mayor o menor grado, la generación de una pequeña tiranía y la parcela de un pequeño tirano. Piénsese en edipos no resueltos.
A nivel social, se supone que el poder debe ser capaz de mantener un equilibrio entre los extremos: desde inflarle la barriga y el vientre a los viscerales hasta hacerle creer a los soñadores y anarquistas que las cosas están cambiando para mejor y que el poder mismo está cediendo espacios, debilitado ya. Los poderosos se embriagan con el poder, pero la masa sufre las resacas históricas. El poder, la autoridad, no conoce eros.
De vez en cuando, en distintos tiempos y lugares, nacen figuras que comprenden la lógica perversa, el ciclo de vida del poder y, según su genio e inclinación, se relacionan con él de tres formas: ejerciéndolo, padeciéndolo o denunciándolo. Estas tres formas de relacionarse con el poder están íntimamente relacionadas: quien lo ejerce también lo padece; quién lo denuncia lo ha padecido. Generalmente, el pueblo sólo lo padece. Convidado de piedra con lengua de sal.
Pier Paolo Pasolini trató siempre de ubicarse entre la denuncia y el padecimiento; entre el escándalo y la resistencia; entre la rabia y la ternura, Alí dixit. La no autoridad que ejercía, la anti-autoridad que detentaba y en la que militaba lo convirtió de una vez y para siempre, tanto en el panorama de la cultura italiana como en todos aquellos parajes donde la moral y las buenas costumbres son dulces palabras, no ya en malestar en la cultura, sino en un auténtico, soberano e incuestionable tumor. De entre todas las instancias de poder con las que Pasolini se relacionó destacaré cuatro: la lengua, la familia, la Iglesia y el poder político.
La figura de la lengua: en el poema autobiográfico Who is me. Poeta de las cenizas vemos que la temprana elección de Pier Paolo de escribir en dialecto friulano obedece a una motivación doble. En primer lugar, Pasolini ve en el padre una figura de autoridad, sinónimo de ley que hay que desafiar y superar. Este padre habla la lengua oficial de la república italiana que padece el régimen del fascismo, esto es, el dialecto romano. Ya sabemos la historia del enamoramiento del padre de Pasolini de una campesina friulana que hablaba un dialecto considerado menor, una lengua marginal, y la elección de este dialecto por parte de Pasolini como una forma para desafiar, establecer separación y legitimarse ante ante las figuras del padre y del poder político del fascismo. Pero la búsqueda de expresión de Pier Paolo no se queda sólo en el uso particular de un dialecto considerado menor.
Toda lengua está formada por un conjunto de signos que pueden ser codificados y decodificados por una comunidad de hablantes determinada. Así, observo que la elección del friulano por parte de Pasolini en su temprana juventud no es sino el ensayo anticipado de una búsqueda intensificada posteriormente: una manera de decir que retratara fielmente la realidad y al pueblo llano. Recordemos aquella escena de la película Teorema, en la que el joven Pietro, uno de los integrantes de la familia burguesa que se ve sacudida por la llegada intempestiva de un seráfico y diabólico visitante, queda devastado por la partida de este singular personaje. Este joven comienza a pintar ensayando formas nuevas de creación y de expresión, llegando en algún momento a decir que “hace falta una técnica nueva, que no se parezca anada, que sea como el mundo nuevo que se quiere”. La primera experiencia de esta búsqueda de “forma nueva” por parte de Pasolini fue el uso del friulano, con el resultado y la trascendencia que conocemos. El segundo momento de inflexión en esta constante búsqueda de la forma de representación perfecta en Pier Paolo sería el paso de la poesía al cine, evidencia de la necesidad de acceder a una forma de arte cada vez más comprometido y no sólo para la experimentación estética con la palabra. Lengua, literatura, nacionalidad, arte y técnica eran un todo de pretensiones militantes que sólo sería efectivo siempre y cuando hallara eco en la realidad, en las praxis. Por eso debemos entender los versos del poema Who is me? donde Pasolini se refiere a la renuncia de la nacionalidad y de la literatura, como un intento de corte radical con los estamentos tradicionales del poder y la literatura. La lengua es convertida en técnica que a su vez se convierte en un arte de metamorfosis que busca siempre la transformación y la incidencia en la realidad. La lengua, entonces, no es sólo para ser utilizada en proceso meramente comunicativo, sino también acto de des-comunicación, de oposición frontal al establishment, de ruptura con todo pacto posible.


La figura de la familia: un hijo huye con su madre, dejando a su friolento padre calentándose en una “estufita de pobres”. Parece no haber dolor por esto, sino liberación. Dos hermanos, casi niños, de abierta tendencia homoerótica e incestuosa, asesinan a su padre por haber éste decapitado y cocinado a la oveja mascota de estos muchachos. La madre de dichos críos contempló aterrada e inmóvil el ¿crimen? del padre anarquista. Una familia burguesa, demasiado cómoda y acomodada, demasiado inerte, observa cómo la llegada y partida de un huésped los abre a una nueva perspectiva de la vida, con auge, redención y caída incluidos, tomando conciencia de su fragilidad, Who is me?, Ostia y Teorema. Tres obras en donde Pier Paolo Pasolini utiliza la figura de la familia como instrumento provocado y de provocación, mostrándola no ya como la base fundamental y multiplicadora de los valores de una sociedad, sino como una de las vías que potenciará la destrucción de las viejas formas, de la familia burguesa. Una visión revolucionaria de la familia que nos dice que de no reformarse el concepto tradicional de la familia burguesa, que valida a un grupo familiar si tiene posesiones y practica el conservadurismo moral. Si no llega un visitante a socavar la moral anquilosada se mantendrá de forma indefinida un orden social, político, económico y religioso. En Who is me? y en Ostia hay un elemento en común que llama la atención: la relación positiva que existe en los grupos familiares entre lo femenino y lo masculino. Quizá en nuestra mayoritaria cervecera y beisbolera sociedad de machos de vientres orográficos esto sea difícil de entender. Pero Pasolini, como artista, humanista, comunista y homosexual entendía que una alianza entre lo femenino y lo masculino, aparte de redundar en un verdadero cambio social, representaría la aceptación de una sexualidad individual sin complejos ni tabúes. Recordemos que en una entrevista, hablando sobre la película Teorema, dijo lo siguiente: “¿Cuál es el hombre que corta definitivamente el cordón umbilical? ¿Cuál es la sexualidad que no está mezclada de ambigüedad?” . No olvidemos tampoco que en estas tres obras hay por lo menos un homosexual en la familia. Aparte de denuncia ante el sistema que niega en las familias a un miembro homosexual, Pasolini habla de una alianza de lo masculino con lo femenino más allá de lo sexual y la perpetuación de la especie. Esto, en un país que tiene como hogar al Vaticano, es una forma de protesta y rebelión contra el orden establecido, un ataque corrosivo que va más allá del escándalo, que busca una verdadera revuelta, no ya el mayo del ’68, al que Pasolini veía con recelo, sino un cambio completo de formas y contenidos.
La figura de la Iglesia en Pasolini: “La historia de la Iglesia es una historia de poder y de delitos de poder: pero lo que es todavía peor, y por lo menos en lo que se refiere a los últimos siglos, es una historia de ignorancia” (Pier Paolo Pasolini, “Nuevas perspectivas históricas: la Iglesia es inútil al poder” en Escritos Corsarios).
La Iglesia es poder y es ignorancia; es capacidad e incapacidad al mismo tiempo. Si a algún estamento se enfrenta Pasolini que ha sido y sigue siendo reaccionario, patriarcal, anacrónico, deformado e innecesario es a la Iglesia Católica. De las cuatro instancias elegidas para este trabajo es la más radical y peligrosa de todas. La lengua y la técnica son objetos cambiantes; la familia se adapta a las condiciones socio-económicas de su época. El estamento político es una sopa volátil calentada por varios anafes. Pero la Iglesia impone y se impone, juzga sin pretender sin juzgada; quiere reformar sin ser reformada. Ante tamaña institución y procederes, Pasolini ataca desde varios flancos. Uno de ellos lo vimos en la figura anterior, la de la familia. Pero en lo que concierne directamente a la Iglesia, y a su visión de Dios, usaremos dos ejemplos. El primero se encuentra en la película Teorema. Una familia burguesa, cuya madre es católica devota, tiene mezclado el sentido religioso y el cumplimiento con Dios con la posesión y el confort. Ante la aparición del elemento que subvierte ―una revolución― los antiguos valores religiosos se trastocan y la fe se resiente. Así, la antigua madre y devota termina entregándose a mancebos de ocasión porque ante la realidad perdida, el viejo Dios no tiene respuesta. Ergo, el dios burgués no es Dios. Luego vemos como en la cinta Saló los 120 días de Sodoma aparece una brutal representación de la Iglesia. Ésta conforma junto con el poder político y la realeza un grupo cuyas instituciones son retorcidas y han abolido cualquier posibilidad de libertad. Estamento de ritos bárbaros, confundida entre el Estado, Dios y la tradición, la Iglesia católica y su Dios son vistos como sinónimo del crimen, del atraso, del dogma. Que en Saló se celebre una boda con banquete coprofágico habla de la consideración de Pasolini hacia los ritos eclesiásticos, en la que el matrimonio aparece como una institución social ridiculizada. En una representación abiertamente católica, el rito termina en una ingesta de mierda. Sobran comentarios.
La figura del poder político en Pasolini: la creciente radicalización en Pasolini lo llevó, a despecho de no considerarse una autoridad, a constituirse en una autoridad, en una voz que dentro de la sinfonía de la polis, era discordante, pero necesaria. Pasolini no buscó un abierto desafío político, pero al atacar a los componentes de una sociedad ―ataque que respondía a una ideología y que también se enmarcaba en un proceso de legitimación de sí misma― se enfrentó a una suma de elementos en la que lo político se manifiesta como el garante de la preservación de un orden; como agente defensor de los estamentos que lo llevaron a ser poder. Este poder político es visto desde dos flancos: el partido y la sociedad civil política.
El partido Comunista Italiano (PCI) al igual que otros partidos de izquierda en el mundo, suele moverse entre las aguas del cambio y la permanencia. Suele pactar con Dios y el Diablo. Admite en sus filas elementos ruidosos, pero no demasiado. Supuestos miembros abiertos al cambio pero con intereses tradicionales. Pasolini le sirvió hasta que no pudo ser defendido, al poder político. Primero trataron de ignorarlo, luego de minimizarlo y finalmente de hacerle frente abierto. En ninguna ocasión Pier Paolo traicionó ni se traicionó. Al contrario, cada vez se radicalizó más.
Pasolini asume su realidad política como una alianza entre poderes que buscan el mantenimiento de un estatus, de unos privilegios. Recordamos como en Saló, y en general en gran parte de su obra fílmica, el poder es visto por Pier Paolo no como una instancia originaria y original del pueblo, sino como un medio para sojuzgar. Llama la atención como Pasolini, a pesar de tener un sentido de lo épico, lo religioso y lo sagrado, tiende a ver al poder como una tradición negativa.

Conclusión
Pasolini conoció, reconoció, representó y desconoció las figuras de poder. Su intento por desmontar su discurso y su lógica iba de la mano por una necesidad de reafirmarse ante sí mismo y ante su sociedad y su tiempo. No tuvo ninguna autoridad más que la que le confirió el haberla rechazado y el haber sido aceptado y celebrado por millones de seguidores. Su vida y su muerte fueron testimonio coherente de su ideología y su militancia.
Pasolini desafió toda figura de poder, primero por evitar el avance de una moral y una estética, y segundo para impedir convertirse él mismo en una institución, en un poder. La paga fue su muerte. No dejo de preguntarme donde está, aunque sea por aproximativo defecto, el Pasolini de nuestra sociedad. ¿Tendrá alguno de nosotros el valor para resistir y escandalizar? ¿Dónde se está fraguando la obra que conjuga teoría y praxis? Provocadores del mundo, uníos. No tenéis nada que perder y sí un orden de cosas que desmontar.

2 comentarios:

  1. Una mirada definitivamente de izquierda, pero, esta vez, de una izquierda muy a lo Pasolini: de piel, visceral... un interesante cuestionamiento a las instituciones de poder enmarcado en un excelente manejo de la metáfora. Gracias, Jesús, extraordinaria ponencia.

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