miércoles, 27 de enero de 2010

El artista como contraposición al poder dominante

Luis Javier Pisonero

Quizá luchar contra todo esto
No signifique escribir, comprometidos,
Sino, diría yo, vivir.
-Pier Paolo Pasolini (Who is me)


La vida de Pier Paolo Pasolini es una constante controversia, de principio a fin; es contestación viviente. Nace el 05 de marzo de 1922 de un amor que él mismo notará posteriormente como una gran contradicción: un amor surgido en una tierra campesina donde se habla friulano, de una madre del campo y un padre fascista, famoso por haberle salvado la vida a Benito Mussolini. Un hombre del fascismo, de un movimiento que no toleraba los dialectos, que creía en la unidad nacional, se enamora de una mujer que representa lo contrario. A partir de esta gran contradicción comienza la vida de Pier Paolo Pasolini, una vida que naturalmente parece inclinarse hacia la contestación, hacia la rebeldía, el choque de opuestos.

Su primer choque contra el poder dominante es, por supuesto, con la figura de su padre. Esta es una contraposición que definirá y guiará toda su vida igual que ha sucedido con la de tantos escritores. Enmarcado en un cierto complejo de Edipo busca superar y derrotar la imagen paterna, igualmente amada, de una manera contradictoria y conflictiva. Como ya mencioné, sabía que la ruda y fuerte figura de su padre había podido ser derrotada por el amor hacia su madre friulana, y así escribe en el mencionado dialecto su primer poemario, dedicándoselo a él como una muestra clara de la relación del amor/odio que sentía y un deseo de vencerlo. A partir de ahí continúa una lucha que mantendrá por toda su vida contra el fascismo, clara representación de la figura paterna y el poder dominante de la época. Con sus primeros poemas friulanos comienza a desarrollar una estética que continuará desplegando a lo largo de su vida: la del cuerpo y la realidad, un valor que se irá recrudeciendo y solidificando con el tiempo y que podemos ver, por ejemplo, en la danza de Narciso II, “yo soy una violeta y un aliso,/ lo oscuro y lo pálido de la carne.” (La mejor juventud) Lo físico es esencial para Pasolini desde estos momentos. Se extenderá por toda su obra hasta llegar a Saló o los 120 días de Sodoma, en otro nivel.

A partir de todas estas contestaciones y luchas contra el orden establecido, Pasolini comienza a tener conflictos con el sistema y la ley. La sociedad tiene la necesidad de que exista una figura bufonesca, un mártir social. Para el artista, en este caso Pasolini, ser el bufón es también una necesidad. Esta postura le permite criticar a la sociedad manteniéndose fuera de ella, estando en otro nivel, en una corriente alterna que puede generar constantes opiniones controversiales y que generalmente es excusada por no pertenecer al sistema. Desde el otro punto, para la sociedad es necesario que exista una figura que la critique y que se mantenga marginal ya que esta se vuelve un chivo expiatorio, un ejemplo a no seguir para el sistema, un agente externo que exterminar. De esta manera, recíprocamente, el poder y el artista se nutren. Es, igual que la relación entre Pier Paolo Pasolini y su padre, una dependencia de amor/odio que no se puede romper, que es necesaria. El chivo expiatorio es blanco de agresiones constantes del Estado, del poder dominante, quien puede dar su ejemplo en él, una víctima sacrificial con la cual la sociedad no se siente identificada y que no tendrá ningún tipo de protección ya que está al margen. A cambio de esto, la figura del artista (bufón marginal por excelencia) ha de ser contestataria, conflictiva, crítica.

El primer conflicto en 1949 “por corrupción de menores y cometer actos obscenos en público” lo llevó a irse con su madre a Roma y lo hizo afianzarse en su papel de mártir, siendo criticado e incomprendido por la sociedad a quien también criticará duramente. Después de éste, se calcula que hubo alrededor de 33 procesos penales en su contra, que se extendieron incluso hasta después de su controversial muerte. Prácticamente toda su obra, tanto literaria como cinematográfica sufrió alguna denuncia en algún momento, acusaciones hechas por obscenidades, escándalos o difamación de la religión del Estado que eran en muchos casos ridículas o que se referían a un episodio de la obra sin mucha importancia ya que en algún otro aspecto el autor ofendía la sensibilidad de alguna figura importante, como sucede con el episodio de La Ricotta en Ro.Go.Pa.G., en el cual una escena muestra a un cineasta marxista (encarnado por Orson Wells [como vimos]) a quien le preguntan “¿qué quiere expresar con su película?” y “¿qué piensa de la sociedad italiana?” a lo que él responde respectivamente: “¿Mi íntimo, profundo, arcaico… catolicismo” y “Es el pueblo más analfabeto y la burguesía más ignorante de Europa.” La película fue confiscada por vilipendio a la religión del Estado en 1963, ya que algunas escenas la mostraban de manera jocosa y específicamente el director (Orson Wells) gritaba en una escena “¡Quitad las cruces!”

También es importante mencionar el proceso judicial de Ragazzi di vita, pobremente recibida por el partido comunista italiano y peor por el gobierno, quien realizó el proceso judicial del cual, a pesar de salir exonerado, volvió a Pasolini una víctima predilecta de la prensa, quienes realizaron muchas campañas en su contra dirigidas a destruirle como persona y creador: habían conseguido a su perfecto chivo expiatorio.

Otros procesos judiciales involucran acosos sexuales que fácilmente fueron aceptados por el Estado que buscaba aprovechar cualquier oportunidad para atacar a Pasolini, los procesos a sus películas: Accatone, por Salvatore Pagliuca, Una vita violenta, Mamma Roma, el Decamerón y muchas otras, llegando finalmente a Saló o los 120 días de Sodoma, su mayor crítica al poder y a la sociedad, con un proceso judicial que se cierra después de su muerte. También a su obra escrita, especialmente sus novelas. A cualquier acción de Pasolini, tanto personal como profesional se le buscaba algo de lo que acusarla, y Pasolini no dudaba en seguir siendo contestatario. Se exponía, se confesaba, no temía al ridículo, a ser un bufón que mostrara a la sociedad cómo es.

Luchó y generó conflicto contra todo lo que tenía poder, quedándose aislado. Inclusive del mismo partido comunista, ya que para él, como llegó a decir, el comunista también era un burgués. Otro ejemplo de esto es visible en un episodio bastante reconocido de su vida en el cual los estudiantes estaban realizando un levantamiento contra las fuerzas de policía en Roma y a pesar de que los partidos de izquierda los apoyaron, Pasolini declaró que estaba con los policías ya que ellos eran los verdaderos proletarios, hombres con poco salario enviados a luchar por algo que no entendían bien contra niños arrogantes, ya que no habían tenido la fortuna de estudiar. Igual sucede con la religión, a la cual busca siempre criticar, e inclusive con sus amigos y conocidos. Pasolini es irreductible; critica a toda la sociedad abiertamente, es contestación pura y acción.

A la frase de “ningún artista en ningún país es libre, es contestación viviente” (Pasolini, Who is me) se le podría agregar que en ningún momento es tampoco libre el artista de su deber de ser contestatario. El artista ha de ser la figura bufonesca y crítica en todo momento de la historia, la contraposición a la figura del poder dominante en el momento. De esta manera, las críticas de Pasolini se mantienen vigentes a través del tiempo sin ningún problema, especialmente en la actualidad cuando es visible un resurgimiento de la izquierda prosocialista dentro de la escena pública mundial; con un presidente izquierdista en España, una situación política inestable en Italia, la posición prosocialista de Barack Obama y el indudable despunte de la izquierda en América del Sur, resulta obvio el surgimiento del izquierdismo en la actualidad. Sumado a esto, es sencillo ver que la imagen de Pasolini, a casi 35 años de su muerte sigue cada vez más vigente. No solo dentro de las posturas de izquierda que vuelven a ganar fuerza sino también en cuanto al descontento del artista en relación con el desenvolvimiento de la sociedad y su deseo de intervenir en ella ya que ¿de qué sirve el arte si no es crítica, si no crea polémica? ¿No se hace insignificante, entonces, la profesión de poeta, de cineasta, de artista?

Pier Paolo Pasolini critica a los literatos por su inacción, a aquellos intelectuales que no generan cambios. Critica a la misma poesía por no ser lo suficientemente rápida y efectiva para llegar a las masas, lo cual lo hace utilizar también el cine. A lo largo de toda su obra existe esta crítica, dirigida a toda la sociedad, a la inacción, ante el conformismo de aquellos que esperan que las soluciones caigan del cielo, como en Accatone: “¿Hay algún santo que proteja a los hambrientos? Si estás ahí, ayúdanos.” Una fuerte crítica a la inacción y a la religión, ambas esperanzas de las masas, su opio.

Según dice Pasolini, si la poesía no mantiene ese carácter controversial y rebelde se vuelve insignificante, un simple adorno. Un adorno como lo pueden ser un montón de libros cerrados apilados en una esquina o un montón de jóvenes almacenados en una biblioteca. Podemos apreciar en sus críticas una atemporalidad que permite desplazarlo a cualquier otro período, inclusive al presente. Por ejemplo, Saló o los 120 días de Sodoma podría ser transportada a otras dictaduras u otros procesos, en los cuales el poder abusa excesivamente de la sociedad, con un sencillo cambio de uniformes. Los religiosos siguen existiendo en la actualidad y existieron mucho antes, las burguesías controladoras y el proletariado también. Es fácil encajar las opiniones de Pasolini en otros tiempos. ¿Qué opinaría de nuestra sociedad, de nosotros?

La humanidad está cada vez más deteriorada, con menos valores, con más problemas y mayores crisis. A nivel nacional y global el caos está dominando el planeta. Poco a poco el poder dominante va perdiendo, inclusive, la capacidad de controlar al Estado, como dice el duque en Saló o los 120 días de Sodoma, “la única, la verdadera anarquía es la del poder.” El artista, como bufón, debería mantener a la sociedad atenta ante estos desbarajustes e intervenir en ella, presentar una contraposición inteligente a lo que plantean los regímenes actuales que continúan hundiendo a las sociedades en problemas. El artista no debería poder quedarse tranquilo ante situaciones de impacto que modifiquen la realidad de su país, ante las crisis y los paulatinos hundimientos. Debe generar acción, contestación. Sin embargo, en la sociedad actual parece que los únicos bufones son los políticos, quienes, cegados por el deseo de poder e inmersos en la sociedad intentan demostrar que el otro es quien está actuando peor que ellos. La única figura que realmente puede asumir correctamente el papel de bufón, de chivo expiatorio es la del artista marginado de la sociedad. ¿Qué hacen los intelectuales y los literatos en la sociedad actual? Mantenerse al margen en vez de buscar intervenir en la sociedad, desde su perspectiva privilegiada a las afueras del sistema intentan buscar un lugar cómodo para relacionarse entre ellos en vez de sumergirse en la sociedad que los afecta. Porque a pesar de que el artista esté marginado del Estado, es afectado por sus problemas, por sus crisis. ¿De qué sirve la inacción de bautizos de libros que nadie lee, de ponencias que nadie escucha, de investigaciones arqueológicas sin fines concretos? ¿De qué sirve ese “comprometerse” escribiendo para la gaveta, o ese quejarse en silencio, apesadumbrados? ¿De qué sirve todo esto mientras el Estado se aprovecha de las masas, mientras quienes tienen abusan de quienes no, mientras la vida continúa allá afuera esperando a que dejemos una huella? Luchar es vivir, considera Pasolini, la vida se vive y se expresa con ejemplos, con pasiones manifestadas, con llevar el arte a la gente para hacerla despertar.

¿Cuáles son las pasiones que impelen al artista a expresar y exponer los abusos del poder dominante, lo que considera equivocado, a crear controversia? Es la necesidad de llevar un mensaje a las masas, de permitirle a la gente ver el mundo desde la perspectiva distante donde él se encuentra, de burlarse del mundo que lo excluye y tarde o temprano lo sacrificará a manera de lección para los demás, de dejar una huella a través del tiempo que permita a la gente cuestionarse lo mismo que él se cuestionó. Toda esta pasión radica en un deseo de una mejor sociedad, en un conflicto con el poder que surge del conflicto personal con el padre y se expande hasta el último momento de su vida, de mantenerse fiel a sus ideales y de no dejar de luchar contra la corriente por más difícil que resulte, por más golpes que se reciban. Pasolini es contestación no solo por rebeldía sino por necesidad, porque es su manera de vivir luchando, de hacer una diferencia que en algún momento sea escuchada, no importa cuál sea el costo, que fue tan alto como su vida. Ese es el gran logro de Pier Paolo Pasolini, quien de una manera estéticamente placentera, realista y corporal logra transmitir su mensaje a la gente a través de la literatura y del cine, quien vive y muere como un bufón criticando el poder, en sus mismos brazos, hasta que un día se excede y es finalmente sacrificado, como una lección de que con el poder no se debe jugar, de que quien luche contra la corriente será castigado. Pasolini logra transmitir su mensaje a pesar de los medios de comunicación adversos, a pesar de los muchos procesos judiciales, a pesar de ser marginado por la sociedad y, además, logra un gran impacto que se mantiene aún en la actualidad, casi 35 años después de su muerte, con sus obras y en exposiciones, cursos, etc.

Si no creamos ningún impacto, bien podríamos no existir. Como dijo Franz Kafka, “un libro debe ser como el hacha que rompa el mar helado que llevamos dentro”, el asunto es no ser literatos inactivos y aislados, ignorantes de la situación del país, sino ser quienes expongan e intervengan en la sociedad. Como nos muestra Pasolini a lo largo de su obra, la vida es luchar por lo que creemos, es exponer, confesar, dejar de lado el miedo. En el arte puede estar la solución, si es enfocado hacia la acción, hacia exponer a la sociedad e incitar a la humanidad a mejorarla mediante el ejemplo.

Luis Javier Pisonero

1 comentario:

  1. Me gusta mucho la vinculación que haces de la política actual en tu trabajo, así como la definición que das del artista (bufón marginal por excelencia). =)

    ResponderEliminar